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16/07/2013

Etapa 16: Héroes invisibles

Hemos entrado en la tercera y última semana y los ciclistas ya le ven las orejas al lobo. Las fuerzas están muy justas, hay muchos nervios, el ritmo de la carrera alcanza altas velocidades, el calor no cesa y la presión de aquellos equipos que no han ganado es muy elevada por lo que se genera demasiada tensión.  Etapa 16: Héroes invisibles

Los que luchan por la victoria final no pierden de vista a sus rivales, los contrarrelojistas piensan en su oportunidad de mañana, los escaladores esperan los Alpes con ansiedad, los sprinters se mentalizan para ganar en los Campos Elíseos y de una u otra forma todos ellos son protagonistas.Pero hay un bloque de luchadores que sólo piensan en llegar a París de la forma que sea. Están exhaustos, cualquiera en su lugar hubiese abandonado, pero no cejan en su empeño de finalizar la prueba más importante del mundo, algo que para ellos sería un triunfo. Y lo hacen en soledad, lejos de los focos de la televisión, en la cola del pelotón junto al coche escoba, llegan a meta cuando el público se ha marchado, en la más absoluta soledad: son los héroes invisibles. El pasado domingo, uno de nuestros corredores realizó la hazaña de este Tour. Fue Jonathan Hivert que llegó a la cima del Mont Ventoux a 50 minutos del ganador, Chris Froome, y a 17 del penúltimo de la etapa. Se había quedado solo a 60 kilómetros de meta, le quedaban por delante 40 en un terreno rompepiernas y otros 20 de subida a la "montaña sin oxígeno", estaba mareado, tenía problemas físicos, pero llegó a meta y evitó el fuera de control. Fue una situación muy dura para él, pero en su mente sólo estaba terminar la etapa, porque al día siguiente había descanso y era consciente de que podría recuperarse. Aunque arriba llegó destrozado, cuando supo valorar lo que había logrado y comenzaron a llegar los piropos de los aficionados sonrió. Comentaba que había recibido más felicitaciones que tras sus triunfos en la Vuelta a Andalucía o en la Estrella de Besseges logradas este año. No es para menos, ésta ha sido su mejor victoria.

Por delante la batalla es bien diferente y los que no llevan el maillot amarillo pelean sin cesar por tratar de ver un síntoma de debilidad en el líder, pero éste responde con solvencia y sin generar la más mínima duda. Tiene Froome dos "kamikazes" como rivales que hacen más bello este deporte: Contador y Quintana. El colombiano está demostrando que es un serio candidato a vencer en París en próximas ediciones y se está ganando el cariño de los aficionados por su agresividad. Y el madrileño es un guerrero indomable que ya ha repetido en numerosas ocasiones que no le sirve ser segundo y hoy ha atacado sin piedad al sudafricano, aunque no ha tenido opción de dejarle. El de Pinto no es el de años anteriores pero cuando tiene un gramo de fuerza se lanza a la batalla y, aunque muchas veces no obtiene el resultado deseado, hace que todo lo que sucede sea más espectacular. Otra de las cosas que estamos viendo es el cambio de ciclo en el pelotón: viejos protagonistas de la "Grande Boucle" pasan a un segundo plano y son otros los que se disputan la gloria. Evans, Andy Schleck, Kloden o Gesink sucumben al empuje de los Froome, Quintana, Mollema, Kreuziger, Daniel Martin o Kwiatkowski. Es ley de vida, ha sucedido siempre y en ambas generaciones hay un denominador común: algunos han cumplido las expectativas, otros no han llegado a donde se esperaba de ellos. Las piernas son buenas en todos, pero otros factores como la fuerza mental, las lesiones o las circuntancias vitales hacen que unos lleguen a lo más alto y otros se queden en escuderos. C'est la vie.

Otro de esos factores es la suerte y hoy en el descenso de la Rochelle hemos tenido un claro ejemplo de ello. Contador y Froome se han ido al suelo, aunque afortunadamente para ambos no ha sucedido nada, simplemente un pequeño golpe en la rodilla para el español. El riesgo de perderlo todo está en cualquier curva y el del Sky, que tiene el Tour ganado, ha podido caer en desgracia a nada que hubiese tenido mala suerte. Ha sido prácticamente en el mismo lugar donde hace 10 años, Joseba Beloki sufría una grave caída cuando peleaba con Armstrong por ganar aquella edición. Al vitoriano se le consideraba un ciclista defensivo pero en 2003 su mentalidad cambió e intentó destronar al impertérrito estadounidense. Le había lanzado varios ataques y estaba haciendo una bajada rapidísima pero su bicicleta le hizo un extraño y se fue al suelo, mientras que el norteamericano pudo esquivarle, atravesó la curva por toda la hierba haciendo campo a través y no sufrió ni un pinchazo. Ha sido una de las imágenes históricas de la carrera y una escena que vuelve a demostrar la importancia de la suerte en la trayectoria de una persona: para Armstrong fue una anécdota, para Beloki el final de su carrera como ciclista de primer nivel. Porque aunque después volvió a competir, nunca pudo recuperarse ni físicamente ni psicológicamente de aquel trágico momento donde se rompió el fémur, el codo y la muñeca. Conozco a grandes campeones, especialmente a mi amigo Miguel Indurain, pero reconozco, y ellos son conscientes de ello, que la diosa fortuna siempre se ha aliado con ellos para poder estar tanto tiempo a primer nivel.

 

Para mañana tenemos un día clave en el devenir de la ronda gala con una dura crono de 32 kilómetros con final en Chorges. Se suben dos puertos de segunda categoría y para los ciclistas será muy dura aunque para los espectadores será una hermosa jornada con un bello recorrido de tarjeta postal. Se celebra en las faldas del Izoard y de fondo se puede contemplar la incomparable estampa del lago Serre-Ponçon con Alpe d´Huez amenazando de fondo. Y después el Glandon o la Madeleine como otros grandes colosos alpinos. Queda mucho espectáculo por delante y enormes ganas de disfrutar. Pasen y vean.


Esto es todo amigos. Saludos desde Gap!