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17/07/2013

Etapa 17: Heridas abiertas

La contrarreloj de hoy con final en Charges no ha resuelto demasiadas cosas y serán los temidos Alpes los que dicten sentencia en esta edición centenaria del Tour de Francia. La victoria de Froome ha sido más contundente de lo que manifiesta el escaso margen de segundos que ha sacado, pero es que le ha tocado correr con agua y granizo y en unas condiciones más complicadas que los demás, sin arriesgar en las curvas. Etapa 17: Heridas abiertas

Pero la verdad es que mañana y el viernes va a haber mucha guerra. Los que están detrás del corredor del Sky son gente valiente y a excepción de Mollema, no dudo que Contador, Kreuziger, Quintana y Purito van a intentar poner en apuros al sólido maillot amarillo. Porque en lo deportivo hay muchas heridas abiertas, pero también en lo físico. Hay caídas que son inevitables, fruto de la mala suerte, pero hay otras que se producen porque los corredores y los directores arriesgan en exceso. En la crono ha sucedido algo que debe hacernos reflexionar de la conveniencia de arriesgar al límite, de que un ciclista se juegue el tipo cuando sus condiciones no son adecuadas para competir. El francés Peraud, noveno en la general, se ha ido el suelo y ha tenido que abandonar la prueba. El problema es que ha salido mermado a disputar los 32 kilómetros porque cuando reconocía el trazado por la mañana se ha caído y ha sufrido una fractura de clavícula. Le han realizado unas placas y entre todos han determinado que corriese la etapa, pero era evidente que no estaba en plenitud y que los movimientos de su espalda no eran los adecuados. Peraud no sólo ha salido a acabar, ha querido defender su puesto en la general y ha arriesgado en cada curva, pero se podía ver perfectamente que sus trazadas eran peligrosas por una falta de agilidad motivada porque una parte de su cuerpo no respondía como debería debido al percance matinal. Desgraciadamente ha pasado lo peor: caída, rotura total de la clavícula y abandono. Es cierto que estamos en la mejor carrera del mundo pero la salud del ser humano es más importante que cualquier victoria y las heridas, para curarse, primero hay que cerrarlas.

Y es que son muchos los factores que intervienen en una prueba de tres semanas, algunos se pueden controlar, pero otros no y en este último caso está el estado del cielo que a veces puede jugarte malas pasadas. Uno de los momentos de más tensión que recuerdo en la carrera de Miguel Indurain fue en la penúltima etapa del Tour de 1994, una cronoescalada con final en Avoriaz. El navarro tenía la prueba ganada porque la diferencia con sus rivales era amplia, pero Piotr Ugrumov había realizado dos jornadas impresionantes en los Alpes y estaba en un estado de forma impresionante. Nosotros habíamos inspeccionado el recorrido en varias ocasiones y el propio Miguel lo conocía perfectamente así que parecía todo controlado. Pero ese día, cuando el de Villava estaba en plena crono, cayó una granizada espectacular y durante un kilómetro, Indurain iba prácticamente parado, mientras que por delante Ugrumov iba como una moto porque, además de ir arriesgando, a él no le pilló de pleno. En la primera parte del trazado, el letón le sacaba un minuto al del Banesto, y todavía no había comenzado la ascensión al temido puerto. Reconozco que dentro del coche se vivió bastante tensión porque las diferencias estaban siendo amplias y las referencias que nos llegaban eran malas. Estaba claro que era imposible que Miguel perdiese la carrera por tiempo, pero nos daba pavor pensar que aquel granizo durase toda la subida porque el eslavo no iba a parar pero afortunadamente aquello arreció y aunque el del Gewiss sacó 3 minutos al navarro, no hubo ningún problema en llegar de amarillo a París.

Apuros los que vivimos aquel día y los que vivirán los corredores a partir de mañana en los colosos alpinos. La primera cita será en Alpe d´Huez, conocida como la "montaña de los holandeses", una de las cumbres míticas de la "Grande Boucle". Aquí se han escrito algunas de las hazañas legendarias del Tour de Francia desde que en 1952 Fausto Coppi ganase allí por primera vez. En sus 21 curvas están escritos los nombres de idénticos ganadores en la subida de casi 14 kilómetros. Además del italiano, otras figuras míticas como Hinault, Zoetemelk, Bugno o Pantani se han impuesto en su codiciada cima. Pero la ascensión que más recuerdo es la de 1987, cuando Fede Echave fue el primer español en inscribir su nombre en tan preciado palmarés. Era el día de su cumpleaños y tenía entre ceja y ceja esa etapa. Atacó muy lejos, a casi 100 kilómetros de meta y parecía una locura, pero era un hombre que no preocupaba a los importantes de la general y tuvo margen de maniobra. Tenía mucha fuerza, supo mantener su ventaja y se impuso luciendo el maillot del equipo BH que por aquel entonces era uno de los conjuntos importantes del pelotón. Es más, aquel día fue segundo su compañero de equipo Anselmo Fuerte. Fue una jornada espectacular porque por detrás se vivió una batalla espectacular por el liderato, con una gran subida por parte de Perico, Herrera y Fignon que consiguieron dejar atrás a Roche. La leyenda de Alpe d´Huez dice que el que sale de allí con el maillot amarillo gana en París pero aquel 1987 se rompió esa tradición: Delgado fue líder al final de esa jornada pero sin embargo Roche ganó en los Campos Elíseos.

Veremos si la tradición se rompe o no este año. Eso lo sabremos en unos días, pero lo que conocemos seguro es que mañana va a haber muchísimo público porque se sube en dos ocasiones y va a ser un día memorable. Las dos ascensiones serán durísimas pero ojo con la bajada porque se espera lluvia y puede ser muy peligrosa. No hay protecciones y salirse en una curva es dar directamente a un barranco por lo que habrá que tener mucho cuidado para no tener disgustos. Mañana sólo queremos hablar de otra jornada épica.

 

Esto es todo amigos. Saludos desde los Alpes!