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21/07/2013

Etapa 21: La tierra prometida

Dicen que París es la ciudad del amor y la última velada de los enamorados de la bicicleta no podía celebrarse en otro lugar. Tras más de 3400 kilómetros de alegrías y penurias, de riquezas y miserias, de sonrisas y lágrimas, los esforzados de la ruta han llegado a la tierra prometida. Los Campos Elíseos son el destino al que todo aquel que pedalea quiere llegar y al que sólo algunos privilegiados pueden acceder.  Etapa 21: La tierra prometida

Por eso, todos los que esta noche han atravesado la línea de meta lo hacían con una satisfacción plena, con una indescriptible sensación de haber cumplido su sueño. Desde el maillot amarillo hasta el farolillo rojo son triunfadores y por eso todos son aclamados por los miles de aficionados que les han acompañado en esta noche mágica. El Arco del Triunfo estaba más erguido y brillante que nunca, orgulloso de ser el centro de atención del mundo; lo es habitualmente, pero serlo en un acontecimiento social que trasciende lo deportivo es para él especial. Los corredores lo han rodeado en los últimos kilómetros y en una preciosa ceremonia de entrega de premios, ha reflejado algunas de las imágenes que nos quedan en la retina de esta edición centenaria. Pero también han lucido sus mejores galas la iluminada Torre Eiffel, la Torre de Montparnasse, le Pont Marie (conocido como el puente de los enamorados), la Plaza de la Concordia o los Jardines de Tullerías. A lo largo del recorrido los ciclistas han podido disfrutar a su manera de un pequeño paseo que en los últimos kilómetros se convierte en una agonía por el empuje de los egocéntricos sprinters que quieren llevarse la codiciada victoria en la capital francesa.

Pero el último día del Tour de France es la jornada de gloria para los ciclistas y especialmente para el ganador. Chris Froome ha sido el indiscutible rey de esta edición, ha sido superior a sus rivales en todos los terrenos y, pese a la debilidad de su equipo, él nunca ha dado síntomas de flaqueza. Su imagen junto a sus compañeros brindando con champán es una foto tan tradicional como entrañable, el premio a mucho trabajo en soledad y a muchas decepciones cuando los resultados no acompañan. El sudafricano nacido en Kenia con nacionalidad británica se une a la lista de elegidos que son historia de este deporte y es algo de lo que está muy orgulloso tal y como delataba su sonrisa, no demasiado frecuente en su rostro. Le han entregado el premio los tres magníficos de esta prueba: Miguel Indurain, Eddy Merckx y Bernard Hinault, sólo faltaba el fallecido Jacques Anquetil y eso es algo que jamás hubiese imaginado hace unos años. Su alegría era tal que no dudó en decir que "ganar un Tour es más fuerte que la felicidad". Pero en esta jornada de imágenes para el recuerdo ha habido uno que ha centrado más miradas que el propio Froome: Peter Sagan. El eslovaco es todo un personaje y para celebrar que se lleva el maillot verde de la regularidad se ha presentado en la salida con una peluca de idéntico color al maillot y la perilla teñida también del tono esperanza. Las bromas del pelotón han sido muchas y él estaba en su salsa porque es un auténtico showman y disfruta como el que más con estas cosas. Otro de los animadores del gran grupo es Joaquim Rodríguez que se ha presentado con un purito en honor al mote que le pusieron sus ex compañeros de la Once cuando en una concentración les atacó en una subida haciendo que se fumaba un habano. Es la primera vez que sube al podium de la ronda gala y estaba como loco de contento junto a sus hijos. Más tímido que ellos estaba Nairo Quintana que posiblemente sea el corredor que más atención ha centrado. Estaba como un niño, mirando para todos lados y tratando de atender a sus compatriotas que están enloquecidos con la eclosión del ciclista cafetero. Es la primera vez que visita París y lo hace en bicicleta y en el segundo escalón del cajón. Casi nada...

Para nuestro BH Sojasun ha sido también una jornada de celebración porque los nueve que partieron de Córcega han llegado a París y eso en una escuadra modesta no es demasiado frecuente. Jonathan Hivert, Anthony Delaplace, Brice Feillu, Jean Marc Marino, Maxime Mederel, Julien El Fares, Cyril Lemoine, Julien Simon y Alexis Vuillermoz han llegado a la meta de la capital francesa tras 3404 kilómetros y 85 horas sobre la bicicleta y eso es motivo de orgullo y satisfacción para el patrocinador y los responsables del equipo. Ha sido un triunfo colectivo porque este equipo representa dos valores muy importantes: el del sacrificio y el espíritu de grupo. Nadie es más que nadie y todos saben que si no trabajan juntos no va a haber premios. Nuestros gladiadores han recibido numerosas felicitaciones, han tenido gran cantidad de seguidores apoyando en las cunetas, especialmente cuando la carrera se adentró en territorio bretón, y eso les ha dado fuerzas para seguir. No es frecuente que un equipo que no aspira a la general reciba tantos apoyos y eso es fruto del trabajo bien hecho. Aunque nos da pena ese triunfo de etapa que se le escapó a Julien Simon en los últimos metros de Lyon y haber estado a tan sólo un segundo del maillot amarillo en tierras corsas porque haber logrado una de ellas hubiese sido la guinda del pastel, el haber redondeado la actuación, en definitiva haber logrado la felicidad plena.

Ahora toca una noche de celebración con el equipo, los familiares y toda la gente que ha estado casi un mes siguiendo la prueba. Todos los integrantes del Tour, desde los ciclistas a las azafatas pasando por auxiliares, directores, periodistas, enlaces, comerciales, representantes, etc tienen que tener una gran pasión por este deporte porque si no es absolutamente imposible aguantar este ritmo. Y no puedo olvidarme del público. Algunos dicen que el ciclismo está muerto pero ellos se encargan de demostrar lo contrario porque las carreteras estaban abarrotas y hoy en la capital francesa había hasta siete filas de personas detrás de las vallas intentando contemplar el paso de sus ídolos. Porque este deporte tiene algo mágico y el Tour es el reflejo de ello. Hasta el Arco del Triunfo viste sus mejores galas para estar a la altura de tan importante acontecimiento. ¡¡¡Viva el ciclismo!!!

 

Esto es todo amigos. Saludos desde París.