La jornada del Tour de Francia llega hoy revestida de un simbolismo especial en todos los frentes al coincidir al fiesta nacional francesa del 14 de julio con la llegada del pelotón a las faldas de Mont Ventoux, una de las cumbres míticas, más especiales y singulares de cuantas componen la centenaria historia de la carrera. No será completa la fiesta porque las condiciones climatológicas van a impedir que se disputen los últimos seis kilómetros de subida por la carretera más lunar hasta llegar al observatorio del Mont Ventoux.

El monte del viento
La montaña hace honor a su nombre y las previsiones de vientos de más de 100 kilómetros hacen que se recorte la ascensión para llegar a Chalet Reynard, a 1.436 metros, y no ascenderhasta los 1,912 de la cima. El Mont Ventoux está revestido de una historia especial no solo por su extrema dureza en la ascensión sino por lo que se puede ir apreciando en las cunetas de la carretera y comprobar como con el paso de los kilómetros la frondosa vegetación de los lados va desapareciendo hasta que llega un punto en el que ya no queda ni una sola brizna de hierba y todo es roca caliza en la que azota un aire sin piedad sobre los corredores que dificulta su transitar.

Por si fuera poco en sus faldas se produjo en 1969 el fallecimiento del británico Tom Simpson por un golpe de calor en plena subida que le ocasionó un fatal desfallecimiento, aunque luego se corroboró que el corredor falleció por una sobredósis de anfetaminas. Todos estos condicionantes han mitificado aún más un monte singular y que cada año acoge a miles de espectadores en sus duros kilómetros de subida. En sus rampas pondrán a prueba los corredores del Direct Energie la fiabilidad y ligereza de sus máquinas y con la BH Ultralight EVO tendrán más sencillo el pedaleo y avanzar hacia la cumbre gracias a los avances técnológicos que incorporac una de las joyas salidas de la planta alavesa de BH.

14 de julio
La organización ha hecho coincidir la llegada al Mon Ventoux con la fiesta nacional francese que sacará a miles de aficionados a las cunetas par animar el paso del pelotón. Esta jornada siempre es especial para los ciclistas galos que desde el banderazo inicial se lanzan en busca de la escapada del día para tratar de anotarse una de las victorias más gloriosas y simbólicas de la carrera. Ha habido ejemplos de un 14 de julio en el que un francés como Laurent Jalabert logró la victoria en la etapa con final en Mende, en el año 1995, y que puso a Miguel Indurain al borde de la lona en el camino a su quinto Tour.