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UNA HISTORIA SOBRE LA VIDA
por Antonio Ortiz.

Una agenda con todas las horas señaladas en “rojo urgente” como símil de esta nuestra absorbente cotidianidad.

Esta es una historia sobre la vida. De cómo las nuevas tecnologías, el “siempre conectado”, los objetivos y los planes nos marcan cada siguiente paso, borrando la que es –o debería ser, la esencia de nuestro día a día: vivir.

Nuestras rutas diarias están diseñadas y registradas. Perseguimos KOMs. Nos orientamos con Google Maps. Incluso, nuestros teléfonos móviles saben antes que nosotros cuándo regresaremos a casa tras la salida en bici.
¿Y si saliéramos simplemente a pedalear?

Ir en bici –una ruta de gravel, como versión reducida de lo que es la vida

Admiramos en silencio a aquellos que decidieron seguir su sueño olvidando sus temores. ‘Valientes ellos’, piensa nuestro cerebro emocional. ‘Inconscientes’, le responde el lóbulo frontal. Siempre hay buenas razones para continuar el camino marcado y probado. La senda correcta. Pero, ¿y si encontrásemos una razón para no hacerlo?

El miedo a lo desconocido, las rutas marcadas y encontradas.
Explorar. Sobrepasar nuestros límites y descubrir las primeras veces. Disfrutar.


Esta historia comienza con esas pedaladas que nos sumergen por completo en el momento, y nos hacen olvidar el miedo y el tiempo. La agenda del inicio de nuestro relato queda ya abandonada en el fondo de un cajón. Razones para no dar la razón a lo preconcebido. Busquemos una nueva aventura para olvidar la rutina.

Comenzamos la aventura en Estella. Dos corredores –dos amigos, en un cruce dónde todos los caminos son una buena opción y cada senda que se abre ante nuestros ojos nos muestra una trazada perfecta. Perderse para encontrarse. El Parque Natural de Urbasa es nuestro aliado en el viaje.

Pero, antes de continuar, hemos de presentar al protagonista. Un nombre y apellido que evoca ciclismo y amor por las dos ruedas. La firma de un autor muy especial. ¿Qué sería de Antonio Ortiz sin el ciclismo? O, ¿deberíamos decir ‘qué sería del ciclismo sin personas como Antonio Ortiz’?

Competía (y ganaba) cuando las ruedas de 26” eran la única opción y los frenos de disco, el tubeless o las tijas telescópicas eran poco más que sueños en la mente de los ingenieros. Ha descubierto las mejores carreras por etapas del planeta a bordo de bicis de 29”. Incluso sabe lo que es ponerle un dorsal a una e-bike. Si algo define a Antonio Ortiz es su capacidad de adaptación. Cambiar todo para que nada cambie.

Pasan los años, evolucionan las bicicletas, aparecen nuevas modalidades, pero el objetivo final de cada uno de sus golpes de pedal es el mismo. Disfrutar. Ortiz ha sabido saborear el privilegio de competir al máximo nivel, pero también el placer de la vertiente más recreativa y distendida del ciclismo. Un equilibrio que le ha permitido seguir pedaleando con la misma pasión con la que empezó en el ciclismo hace décadas.

¿El plan? Compartir un buen queso Idiazabal, embutidos de la tierra y frutos secos. Y esperar el amanecer mientras intercambiamos historias de viajes pasados y futuros, pinceladas sobre nuestras vidas.

Tras completar los primeros 65 kilómetros de nuestra ruta encontramos un lugar perfecto para desempacar el equipaje y prepararnos para pasar la noche. El sol del atardecer proyecta sus últimos destellos sobre el manto vaporoso del valle tiñéndolo de matices rosas, amarillos y naranjas. Es un regalo tomar un té caliente viendo este espectáculo de la naturaleza. Pura poesía visual.

Pocos, como Antonio, tienen una visión tan amplia del deporte y son capaces de plasmar lo que el gravel supone a día de hoy. ¿Es el gravel algo nuevo? Quizás sí su nombre, pero no su esencia. Ciclocross y Andalucía, la tierra del sol, no son términos que suelan coincidir, pero fueron la puerta a un nuevo mundo: “Para mí el gravel no empieza ahora con el boom. Empieza en el año 2004, cuando hice una temporada entera de ciclocross. Y tenía bici de ciclocross en casa. En Andalucía no había y ni se hablaba de esta disciplina. La temporada era totalmente opuesta a mi calendario de MTB. Ahí fue cuando, en paralelo, empezaron mis primeros pasos con el gravel. Con cubiertas de 32, los desarrollos que había y frenos de cantilever… me metía a hacer pistas con ella. Esos son, de verdad, mis primeros pinitos con el gravel.”

Él no lo sabía aún, igual que muchos otros por aquel entonces, pero estaban haciendo algo que iba a dar vida a una nueva modalidad. Como biker de pura cepa, sabe perfectamente por qué dio ese paso. “Ir en MTB por pistas me aburría, pero con la bici de ciclocross era distinto. Sales del asfalto y estás en el entorno natural que te gusta. Además, en aquel momento, eran bicis con las que tenías que ir con mucho cuidado porque no frenaban, las cubiertas eran de juguete… toda una aventura.”

Descubre la lista de Antonio Ortiz
para sus viajes de bikepacking Spotify

Madrugamos con las primeras luces del amanecer. Las gotas de rocío aún resbalaban sobre la tienda de campaña y el verde de los pastos había quedado sustituido por una fina capa cristalina cual canas que envejecen la ayer vivaz y joven hierba de las campas de Urbasa.

Hora de retomar la marcha, y sentir esos nervios que secan gargantas y te hacen bailar sobre la bici ante el reto de lo inesperado. La estampa del paisaje es verdaderamente idílica. Parece haberse detenido el tiempo mientras la luz del alba se abre paso a través del valle, dibujando en una sombra rosácea el altiplano.

¡Pedaleemos!

Del gravel me enamoran sus dos variantes. La parte competitiva. Que me recuerda a las primeras carreras de MTB, donde dominaban las pistas. Y la parte aventurera. Poder ir con tu bici y disfrutar sin más.

Antonio Ortiz —Embajador BH Bikes

Del gravel me enamoran sus dos variantes. La parte competitiva. Que me recuerda a las primeras carreras de MTB, donde dominaban las pistas. Y la parte aventurera. Poder ir con tu bici y disfrutar sin más.

Antonio Ortiz —Embajador BH Bikes

Esas aventuras son muestra de que el gravel para Antonio Ortiz —y para muchos más ciclistas, ya existía como concepto desde hace mucho tiempo. Algunos se adentraban en las pistas con bicis de ciclocross, otras con bicis de carretera y otros con MTB rígidas adaptadas. Solo hacía falta crear el material ideal para esos ciclistas que no se conformaban con el asfalto, o que querían divertirse en lugares que se habían convertido en aburridos por la evolución de las MTB en seguridad, estabilidad y comodidad.

“Digamos que empecé a hacer gravel como tal cuando BH sacó su primera bicicleta de gravel. Primero probé una bici de ciclocross con discos. Era un salto cualitativo tremendo. Neumáticos más anchos, los frenos de disco… pero estaba diseñada para ciclocross. Aún podía mejorar para su uso en gravel. Hasta que nace la primera Gravel X. Ahí es cuando levanté la mano en BH para decir ‘quiero una’”.

Ensanchados los pulmones y satisfecho el estómago con el mejor de los manjares, que viene a ser el clásico bocadillo de tortilla, retomamos el camino. No hay mejor carga de energía para las piernas.

Continuamos el día aproximándonos a Álava. La idea original era una ruta circular por Tierra Estella. Pero, el clima y los ánimos nos hicieron seguir la senda, cruzar en dirección al valle de Sakana y llegar a la Llanada Alavesa. El camino continua ofreciéndonos paisajes preciosos, un valle cargado de vida e historia y, por si fuera poco, el cielo se había aliado con nosotros y nos ofrecía toda la belleza de esta tierra en una vista limpia de nubes. ¿Cuántos lugares conoces donde puedas disfrutar de un horizonte tan abierto sin ninguna población?

Puedes improvisar cada ruta al momento. Improvisar es algo que yo asocio mucho al gravel

La evolución del material específico de gravel es lo que impulsa a esta nueva modalidad y hace crecer su comunidad de usuarios de forma exponencial. Sentir el terreno de forma directa. Concentrarte en buscar la mejor línea dentro de las cientos de líneas posibles en una pista. “Con la bicicleta de gravel puedo ir muy rápido en pistas sin aburrirme. Del gravel me enamoran sus dos variantes. La parte competitiva. Que me recuerda a las primeras carreras de MTB, donde dominaban las pistas. Prima la técnica del corredor más que en carretera y tienes esa sensación de velocidad que engancha. Y la parte aventurera. Poder ir con tu bici y disfrutar sin más.”

Sales de casa, sin rumbo fijo. ¿Hay tráfico? Buscas la pista que te permita huir de los coches, el ruido y el humo. ¿Una carretera solitaria? Puedes disfrutarla sin lastre. ¿Te sientes con flow? A por ese sendero liso y peraltado en el que volar de curva en curva y sprintar a cada metro. “Puedes improvisar cada ruta al momento. Si sales con la MTB es para hacer montaña y si sales con la de carretera es para ir por asfalto. Con el gravel puedes salir, y depende de cómo te encuentres haces una cosa u otra. Improvisar es algo que yo asocio mucho al gravel.”

‘El gravel es solo una moda’, es algo que hace ya años que se escucha. Pero el tiempo juega a su favor y cada año que pasa esa frase se difumina un poco más. “Al principio era algo de nicho. Pero sabía que el gravel iba a crecer. Por algo tan simple que si a más gente le hacía sentir lo mismo que a mí, les atraería. Encajan muchos perfiles de usuario. Desde gente de carretera a MTB. Y la UCI ha metido la nariz, porque saben que viene para quedarse. El gravel se va a consolidar con dos vertientes muy diferentes. La aventurera de hacer viajes y descubrir. Y la competitiva, que no para de crecer. El año que viene ya habrá un Mundial. Con una gravel puedes desconectar del mundo o competir al máximo nivel.”