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DE NIÑOS A PROFESIONALES
con Raphaël Giambi.

El niño tenía 6 años. Y era uno de tantos apostado en las barreras del circuito para estar pendientes a las genialidades que ofrecían los riders más experimentados. Había que estar muy vivo, cada detalle era una clase magistral de estilo y habilidad. No había mejor escuela en la que aprender. Raphaël, que todo lo hacía igual de abnegadamente, participaba y disfrutaba de aquellas lecciones.

Fue en aquellos circuitos dónde Karim Amour adivinó que algo especial se escondía tras esa tierna mirada infantil. Vio carácter. Le recordó a un niño que soñaba con las Enduro World Series —ése al que sigue viendo cada mañana en el espejo. Se vio a si mismo 30 años atrás.

¿Te gusta el Enduro?
Yo te puedo enseñar.

Con esa frase empezó una relación maestro-alumno que hoy ya va por los 10 años, sumando títulos nacionales y mundiales —llegando incluso a saborear pódiums en categoría élite.

La historia de Raphaël Giambi es una historia de precocidad. Un ejemplo de cómo la pasión por un deporte, unido a unas cualidades innatas, hace que la edad sea anecdótica en el camino hacia la gloria deportiva.

Con 10 años participaba en sus primeros mundiales de BMX. A los 12 comenzó a ganar competiciones locales de Enduro. Un año después entraba en la estructura profesional de BH Enduro Racing Team. Y hoy, con apenas 16 años, es doble campeón de Francia (4º en categoría élite en el mismo campeonato) y disputa el calendario de las EWS, donde hace unos meses logró la victoria en Loudenvieille.

“Trato de llevarlo con mucha humildad. Aún queda mucho camino por recorrer”, repite Raphaël. Mientras esa progresión continua, él prefiere centrarse en los entrenamientos, la preparación física y la alimentación. No desviarse de una rutina que incluye tanto Enduro como BMX o fondo en carretera. Siempre sin olvidar los estudios y vivir la vida propia del adolescente que aún es.

Intento que no cambie mi rutina diaria.
Estar lo más centrado posible.
Pasar de ser un aficionado a ser un profesional,
y todo lo que ello conlleva, es un salto muy grande.

Las historias de precocidad en el deporte están divididas entre grandes genios y sonados fiascos. Evitar esto último es casi más importante que la búsqueda de la gloría prematura. Educar al niño o la niña y enseñarle que en la vida se crece a base de errores, es esencial para lograr una madurez deportiva.

Hay que aprender a normalizar el error.
Si te equivocas ganas madurez.
Empecemos de nuevo. ¡Otra vez!

Son incontables las ocasiones que se pueden escuchar estas palabras de los labios de Karim Amour. El francés, icono del Enduro y ejemplo de longevidad, guía los pasos del joven Giambi. Un segundo padre dentro y fuera de las pistas.

Una sesión de entreno es suficiente para interiorizar el significado del discurso cauto que Karim transmite a su pupilo. Cada comentario técnico se convierte en una lección. Cada error es una muestra de motivación. Disfrutan juntos, pero nunca hablan de los posibles triunfos futuros, sólo del día siguiente.

Es esencial la gente que te rodea.Es importante que sepan guiarte
y frenarte cuando toca.

“Hay que ser muy realista y decirle la verdad, son muy pocos los que van a llegar arriba. Hay que mantener la misma motivación y trabajo vengan o no los éxitos” expresa Karim con la sabiduría propia de quien ha batallado en cientos de escenarios.

Ahora es tiempo de aprender y disfrutar con el deporte que les apasiona. Las victorias son “simples” premios a un trabajo bien hecho. El camino hasta ellos es lo que realmente labra y diferencia a los grandes ídolos en el deporte —y en la vida.

¡Disfruta el momento Raphaël!