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10/09/2013
Hipotermia sobre ruedas
La Vuelta a España ha llegado a su última jornada de descanso con todo por decidir pero con un líder sólido pese a que ayer perdió unos segundos ante sus rivales. Nibali conoce la carrera, la ha ganado y tiene todo en su mano para volver a alzar los brazos en Madrid aunque la amenaza del "abuelo" Horner está siempre presente.
Los expertos piensan que el veterano norteamericano acabará cediendo pero la realidad es que hasta el momento es el único que ha podido hacer frente al italiano, ya que Valverde y Purito parecen estar pagando los esfuerzos del Tour aunque en absoluto hay que descartarlos. Por lo demás esta edición nos está mostrando una nueva generación de ciclistas franceses que parecen tener buen futuro con Pinot, Barguil que ha obtenido dos triunfos en los Pirineos y Geniez que ganó en Peyragudes a la cabeza. Llevamos muchos años hablando de jóvenes talentos galos que no cumplen después las enormes expectativas generadas en torno a su figura; esperemos que alguno de ellos ahora confirme sus condiciones y pueda pelear con los grandes. El ciclismo en Francia lo necesita.
Pero sin duda la climatología está teniendo un papel protagonista en esta edición de la ronda española. Después de una primera semana marcada por las altas temperaturas en tierras andaluzas, hemos ido al frío y la lluvia en los Pirineos lo que está pasando mucha factura a todo el pelotón. La lluvia es uno de los mayores enemigos de los corredores ya que te hiela hasta los huesos y te bloquea las articulaciones. La etapa del sábado con final en Collado de la Gallina fue una jornada épica que pasará a la historia por su extrema dureza. Se vivieron situaciones dramáticas con hombres al borde la hipotermia, poniéndose ropa en los túneles y tratando de resguardarse sin éxito del viento gélido. Hubo casos como el de Luis León Sánchez que le llevaron al extremo de abandonar cuando iba escapado ya que en la bajada se quedó sin sensibilidad en los dedos y no podía frenar. Otros llegaron a la cima al borde de sus fuerzas y eran recogidos por los auxiliares como sacos que están al borde de caerse. Hubo casos curiosos como el de Alejandro Valverde que se quedó congelado en el descenso y que se recuperó en la subida final. Parece extraño pero tiene una explicación muy sencilla: en las bajadas el frió se mete por todo el cuerpo y por mucha ropa que lleves es complicado evitarlo del todo, estás "vendido" porque la sensación térmica es mucho menor de la que marcan los termómetros. Sin embargo hacia arriba la temperatura corporal es mayor y por lo tanto la influencia del tiempo no es tan importante y ese es el motivo por el que el murciano mejoró sus prestaciones en la ascensión a la Gallina.
La jornada del sábado me recordó a la etapa más dura del ciclismo moderno: la del Giro de Italia de 1988 que finalizó en Bormio y en la que previamente se subía el Gavia. Parece mentira que fuese un recorrido de tan sólo 120 kilómetros y con una única dificultad montañosa antes del Gavia, la subida a Aprica, un puerto muy tendido desgraciadamente recordado por ser donde Indurain perdió la corsa rosa en el año 94. Aquel día del 88 fue una pesadilla desde el primer momento porque la lluvia y la nieve estuvieron presentes y algunos corredores como Visentini o Saronni se desentendieron de inicio de pelear por la victoria. Hubo multitud de abandonos y los que consiguieron acabar lo hicieron con hipotermia y en muchos casos haciendo el último descenso metidos en los coches del equipo; la organización no lo tuvo en cuenta por las especiales circunstancias que rodearon la etapa y porque eran ciclistas que no tenían incidencia en la clasificación general. De hecho, hubo vehículos a los que no dejaron pasar porque había riesgo de avalanchas y vi imágenes que jamás antes había presenciado: ciclistas llorando por la dureza y el dolor y tifossi en la cima del Gavia dando calor a los esforzados de la ruta frotando sus manos para que cogieran algo de calor. Fue la jornada decisiva de aquel Giro ya que aunque Breukink se impuso en Bormio, sólo obtuvo 7 segundos de ventaja sobre Hampstem que fue el ganador final. Fueron los únicos que sobrevivieron a aquel día ya que el tercero llegó a 5 minutos y Perico Delgado a casi 7. Jamás he visto sufrir tanto al segoviano, aunque afortunadamente se recuperó y después se llevó el Tour de aquel año. Aunque si hubo un ciclista al que marcó ese día fue a Van der Velde. El holandés iba escapado y llegó a la cima del Gavia con un minuto de ventaja respecto a Breukink y Hampstem. Llevaba la maglia ciclamina como líder de la regularidad y tenía un palmarés notable por lo que el triunfo parecía suyo ya que "sólo" quedaba el descenso. Llegó a meta a 46 minutos. El de los Países Bajos no se abrigó para bajar y a los 2 kilómetros de bajada tuvo que parar con congelaciones. Se metió a la caravana de su equipo para abrigarse, recuperarse y tratar de acabar de la forma que fuese. Estuvo más de 40 minutos parado al borde del abandono pero llevar un maillot en esta carrera es una gran responsabilidad y pudo finalizar aunque parecía un cadáver en bicicleta. Su esfuerzo mereció la pena ya que conservó la maglia ciclamino hasta el final de la prueba, pero ese día le marcó tanto que nunca volvió a ganar una carrera y dos años después se retiró.
Volviendo a la Vuelta, queda una semana intensa por delante con los finales en Peña Cabarga y el Naranco como momentos importantes, aunque el día clave será la ascensión final al Angliru el sábado que decidirá el ganador final. Seguro que será una jornada de mucha batalla tanto por la etapa como por la general. Creo que Nibali es el más fuerte, pero deberá demostrarlo en la carretera. Veremos que sucede.
Un saludo amigos!