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02/07/2013
Etapa 4: Entre reyes, príncipes y sastres
Hoy el Tour ha regresado al continente y lo ha hecho a un lugar tradicional de la prueba como es Niza. Un sitio de mucho glamour, gente acaudalada, grandes fortunas, coches caros...y mucha tradición ciclista. Eso se ha notado, y de qué forma, en el ambiente que ha habido a lo largo de toda la contrarreloj, siempre repleta de personas que aplaudían a ambos lados de la carretera.
Nuestro BH Sojasun ha cumplido y aún sin estar con los mejores, hemos realizado una buena actuación porque la guerra de la general no es la nuestra y hoy era un día para los aspirantes al podium final de París. Y la llegada a Niza también supone la presencia de ilustres visitantes de la carrera como el actor Jean Paul Belmondo junto a su hijo (piloto pero enamorado de las bicicletas) o el Príncipe Alberto de Mónaco que ha querido contemplar el paso de los héroes del pelotón. En el Tour de Francia él es el Príncipe pero los reyes son otros: los ciclistas. Y ha estado acompañado el heredero monegasco de tres de los grandes zares de la historia del ciclismo: Bernard Hinault, Eddy Merckx y Raymond Poulidor. Las batallas entre Merckx y Poulidor han sido legendarias y ambos han sido reyes de forma muy diferente. El belga reinó en las carreras, el francés en el corazón de los apasionados seguidores de la bicicleta que se rendían ante un hombre que una y otra vez caía derrotado ante “El Caníbal” que lo superaba en todos los terrenos incluso cuando daba la sensación de que Poulidor era superior. Es curioso como un corredor que obtuvo 189 victorias a lo largo de su trayectoria ha pasado a la historia con el apodo de “Pou Pou” (eterno segundón) pero eso fue porque nunca pudo llevarse la mejor carrera del mundo, es más, nunca pudo llevar ni un solo día el maillot amarillo. Subió 8 veces al podium de la prueba pero nunca en lo más alto, siendo batido en sus primeros años por Anquetil y posteriormente por Merckx. Anquetil nunca pudo entender por qué la gente tenía mucho más cariño a Raymond que a él. Tras la retirada de Anquetil, todo el mundo pensaba que era el momento del de Merignat pero apareció un belga insaciable que le impedía alcanzar la gloria Tour tras Tour. Sus batallas fueron durísimas pero en la actualidad mantienen una excepcional relación y se juntan varias veces al año junto a otros ex como Miguel Indurain.
Pero todos los príncipes y los reyes tienen unos sastres que les hacen cumplir perfectamente con su misión. En el pelotón los sastres son los mecánicos que cobran especial importancia en etapas como la contrarreloj por equipos de hoy. El mecánico es el responsable del montaje y mantenimiento de las bicis del equipo antes, durante y despues de la etapa .El camion-taller transporta el material necesario a lo largo de las tres semanas del Tour, es decir dos bicicletas por corredor y una bici de contrarreloj. Por la mañana el mecánico prepara las maquinas en el hotel, hincha los tubulares, carga las bicis en los coches limpios y listos para la carrera. En cada uno de los dos coches de carrera, el mecánico está siempre atento a las informaciones de Radio-Tour. Detrás, el director deportivo tiene a su lado continuamente un juego de ruedas de recambio en caso de pinchazos. Su caja de herramientas no está lejos tampoco para ajustar un freno, arreglar el cambio….desde el coche. Después de la etapa, el mecánico limpia y revisa todas las bicis. Cambia un tubular gastado por un frenazo repentino, un manillar y su cinta después de la caída del día o incluso unos piñones para la etapa de montaña del día siguiente. Su horario puede variar de un día de contrar reloj por equipos a una etapa clásica pero lo que no cambian son las horas que se hacen muy largas para los doctores de las bicis. Generalmente, los mecánicos de los equipos profesionales tienen mucha experiencia, afición y manitas de oro. En Sojasun por ejemplo, el jefe de los mecánicos es André Corbeau que ha corrido también en dos ediciones del Tour de France.
El papel de ellos es fundamental para aportar tranquilidad a los corredores que se ponen especialmente nerviosos en estas etapas. No dependen de sí mismos, dependen de una estrategia preparada con mimo en el hotel pero que luego hay que aplicar a la perfección sobre el trazado. Las cronos individuales son luchas personales, de uno contra otro y en las colectivas son nueve contra nueve donde el orgullo de los patrocinadores juega un rol decisivo. Se habla del equipo, no del ciclista y los mandatarios de las escuadras quieren ganar. Son luchas de egos, uno quiere ser el mejor de la prueba pero si eso no es posible quiere ser el mejor de los equipos de su país y eso tensiona más si cabe a los rodadores. Además, si el corredor no es un especialista, sus nervios son mayores porque tienen más dudas y por lo tanto el mecánico debe evitar el más mínimo problema. Como buenos sastres, deben tener la bicicleta a medida de los reyes del pelotón.