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30/06/2013
Etapa 2: Los dominios de Napoleón
Hoy hemos llegado a Ajaccio, la hermosa ciudad que vio nacer a Napoleón el 15 de agosto de 1769. Siempre acompañados de un intenso calor, hemos podido contemplar los maravillosos parajes del sur de Córcega donde la figura del emperador está presente en los lugares más reconditos de la capital corsa.
Hoy los emperadores del pelotón nos han brindado una excelente etapa y un final donde el belga Jan Bakelants ha ganado y se ha vestido con el maillot amarillo. Hoy él es el rey. A muchos les ha sorprendido su triunfo; a mi en absoluto. Le conozco muy bien, es un gran ciclista al que vi ganar un Tour del Porvenir en 2008 por delante de Rui Costa y tiene una gran fortaleza física aunque las lesiones le han lastrado mucho. Le he seguido siempre y me alegro mucho por él...aunque no sea uno de los nuestros.
Y es que hoy el Sojasun ha vuelto a ser protagonista de la carrera y nos hemos quedado muy cerca de ser líderes. Estoy entusiasmado con el rendimiento del equipo. He estado en conjuntos que han ganado el Tour con Indurain o Perico Delgado pero la ilusión y la modestia que transmiten estos corredores es admirable. Pero sobre todo demuestran ambición. Cualquier ciclista estaría encantado de ser tercero en la general de la carrera más importante del mundo pero hoy Julien Simon estaba enrabietado. He venido charlando con él en el autobús al finalizar la etapa y ha visto tan cerca su sueño de ser líder del Tour que no podía ocultar su decepción. Porque ha peleado por el liderato de la general, pero también de la montaña atacando en los primeros kilómetros y por la etapa contra "bestias pardas" como Sagan o Boasson Hagen. Me gusta ese sentimiento de rabia, es lo que distingue a un ganador de un conformista. Salvando todas las distancias, estas situaciones me recuerdan a Eddy Mercx que quería ganar hasta las metas volantes. Uno se hace ciclista para ganar.
Por lo demás, el tiempo está siendo muy bueno, con altas temperaturas que benefician el tránsito de la carrera. Los corredores se ponen más rápido en forma aunque algunos lo llevan mejor que otros. A Miguel Indurain le encantaban los días sofocantes aunque recuerdo excepciones como Chechu Rubiera que se desenvolvía mejor con lluvia, pero no es lo habitual. El frío te bloquea las piernas y provoca demasiados riesgos. Lo que no hay es mucho ambiente; al contrario que otros inicios de la carrera, el público no se agolpa en las aceras. Es una isla pequeña con muchos turistas que viven al margen de la ronda pero aún y todo los que la siguen animan mucho y en las salidas y las llegadas se nota entusiasmo. Y aunque parezca mentira la ausencia de público los primeros días no es malo para los ciclistas porque a veces se producen situaciones desagradables cuando hay demasiada gente y al principio, donde hay mucho nerviosismo, a veces necesitan algo más de tranquilidad.
Volviendo al calor, hoy me he acordado del sofocante Tour de 1983. De todos los que yo he vivido ha sido sin duda el peor en este aspecto. El "Lorenzo" no dio tregua ni un solo día y los corredores llegaban exhaustos a la línea de meta. Bernard Hinault no pudo luchar por su quinta victoria debido a una lesión pero emergió un joven con un talento innato que se llevó el gato al agua: se llamaba Laurent Fignon, desgraciadamente fallecido. Con galones de campeón fue superior a los veteranos Zoetemelk, Van Impe y Ángel Arroyo que finalizó segundo. Llevaba dos años como profesional y nadie contaba con Fignon pero demostró una madurez impropia de su edad y sobre todo una ambición sin límites. Recuerdo que le llamaban "el profesor" por sus gafas y su aspecto intelectual. Aquel año el calor fue un factor que tuvo su influencia pero no fue decisivo; los grandes corredores ganan en cualquier circunstancia y Fignon era uno de los elegidos.