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14/07/2013
Etapa 15: El ciclista enamorado de la luna
Paisaje árido. Sin vegetación. Sin oxígeno. Calor asfixiante. Y una subida de 20 kilómetros. Es lo que se han encontrado hoy los corredores del Tour de France en la subida al mítico Mont Ventoux, el puerto más temido por el pelotón. Posiblemente no sea el más duro que ascienden en la ronda francesa pero sí el que más pavor crea entre los "esforzados de la ruta" por todas las condiciones citadas anteriormente.
La leyenda negra de esta montaña, marcada por la muerte de Tom Simpson en 1967, hacen de este paisaje lunar un lugar donde ningún corredor quiere volver. Todos salvo aquellos que se llevan la gloria de alzar los brazos en su cima. Han sido pocos e ilustres: Charly Gaul, Poulidor, Merckx, Thevenet, Pantani o Virenque como nombres importantes, a lo que habría que añadir a Bernard, Juanma Gárate y Chris Froome que hoy ha dado una auténtica exhibición. El líder del Sky ha demostrado que es el hombre más fuerte de la prueba y lo ha hecho con una autoridad insultante. Ha atacado sentado, sin dar la más mínima opción a sus rivales que únicamente han podido seguirle con la mirada. Incluso el valiente Nairo Quintana no ha sido capaz de aguantar el ritmo del sudafricano que le ha dejado cuando parecía que ambos podían haber llegado juntos. En medio de un gran ambiente, marcado por el día de la fiesta nacional francesa, todos han mostrado su debilidad en el desierto del Ventoux salvo el irreductible maillot amarillo que se ha adaptado perfectamente a las duras condiciones de la luna provenzal.
Esta montaña me trae muchos y muy buenos recuerdos aunque, pese a su leyenda, no es una de las más frecuentadas por la ronda gala. No olvidaré nunca la subida de 1987, único año que se disputó una cronoescalada en el Mont Ventoux. Yo estaba en el equipo Reynolds y el día anterior fui a reconocer la subida junto al director del equipo José Miguel Echavarri. A lo largo de toda la ascensión nos iban reconociendo muchos aficionados vascos y navarros con los que habíamos coincidido en otras ediciones. Antes no iban tantos a las carreras pero había algunas cuadrillas que no se perdían una. Nos paramos con unos seguidores de Julián Gorospe y con otros de un pequeño pueblo llamado Zubia que nos dieron algunas indicaciones ya que ellos habían hecho parte del trazado en bicicleta. Era gracioso porque nos contaban muchos detalles pero nos invitaban a comer y tomar algo de vino así que decidimos que era mejor no pararse con muchos aficionados más porque estábamos tardando demasiado en llegar arriba, aunque lo que ellos nos contaron nos fue muy útil. El día de la crono se esperaba un duelo a tres bandas entre Perico Delgado, Stephen Roche y el colombiano Lucho Herrera, pero apareció un invitado inesperado: Jean Francois Bernard. El francés se "merendó" a sus adversarios metiendo más de minuto y medio a Herrera y Delgado y más de dos a Roche. La prensa gala rápidamente le encumbró como el sucesor de Hinault porque lo que hizo fue realmente espectacular a la par que sorprendente. Tenía el Tour en el bolsillo, pero su alegría le duró menos de 24 horas porque al día siguiente mostró debilidad y perdió todas sus opciones de vencer en los Campos Elíseos, aunque por lo menos logró meterse en el podium.
Eran tiempos muy diferentes, ahora todo ha cambiado mucho. Hay bastante más gente en las cunetas, los viajes son más sencillos y el seguimiento prácticamente al minuto. Esto da muchas facilidades y también hace que todo tenga mayor repercusión. En este sentido, estamos muy contentos dentro del BH Sojasun por todas las alabanzas que estamos recibiendo. Somos uno de los equipos más humildes de la prueba, sabíamos perfectamente que no teníamos un corredor para la general y que en etapas como la de hoy íbamos a sufrir pero también éramos conscientes de que teníamos que atacar en todas y cada una de las jornadas, algo que hemos cumplido. Llevamos dos semanas y todo el mundo habla de nosotros para bien, los aficionados se están volcando y recibimos muchas felicitaciones por la carrera que estamos haciendo y eso nos hace sentir tremendamente orgullosos del trabajo de nuestros txirrindularis (así llaman a los ciclistas en el País Vasco). Se dejan la piel cada momento y como muestra, lo mal que lo ha pasado Jonathan Hivert que se ha mareado en el autobús y que ha podido acabar la etapa o El Fares que pese a sus molestias lumbares se ha metido en la fuga inicial de la jornada, aunque posteriormente se ha tenido que descolgar porque no aguantaba el dolor. Está siendo una experiencia muy gratificante y todavía soñamos con poder ganar una etapa.
Y vamos a pelear por ella en los seis días que quedan. Mañana toca jornada de descanso, algo que nos va a venir muy bien para recuperar las maltrechas piernas de todos los corredores del pelotón que ya van al límite. Hoy he visto a muchos ver las orejas al lobo en el Ventoux porque su único objetivo era no llegar fuera de control y algunos han sufrido mucho para lograrlo. Tenemos una semana apasionante por delante con un día marcado por todos: la doble subida a Alpe d´Huez el jueves donde la organización espera batir el record de aficionados en la historia de la prueba. Puede ser un día espectacular.
Esto es todo amigos. Saludos desde "la luna"!