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09/07/2014
El infierno del norte
Las grandes gestas de la historia ciclista se han escrito en terrenos como el de hoy donde las dificultades del recorrido y las duras condiciones meteorológicas hacen que el ciclista sufra y el aficionado disfrute: esa es una mezcla perfecta. Hemos vivido una etapa épica de ciclismo, donde hemos dejado el Tour de Francia para adentrarnos en las entrañas de la París-Roubaix, el “infierno del norte”. Aunque finalmente se han suspendido dos tramos de pavé debido a la peligrosidad de las cunetas, la jornada no ha perdido intensidad y Chris Froome, el gran favorito para el triunfo final se ha retirado tras sufrir su tercera caída. Aquí para vencer hay que tener mucha suerte y el del Sky estaba gafado desde el primer día. Ya os avisaba que era un día para no perder el Tour más que para ganarlo aunque curiosamente la mayoría de las caídas han sido antes de los tramos de empedrado.

El gran triunfador de la jornada ha sido Vicenzo Nibali. En estos momentos el Tour habla italiano y el “tiburón de Messina” se postula como el gran favorito al triunfo en París con permiso de Contador. El campeón transalpino es un corredor de fondo, se mueve bien en situaciones complicadas como la de hoy y además tiene un buen equipo que ha hecho una labor fantástica para meter una buena diferencia respecto a Contador, Valverde, Porte y compañía. Ha sido el gran beneficiado de una jornada que ha contado con dosis de polémica sobre la idoneidad de poner etapas de este tipo en la ronda gala. En mi opinión estos días son muy importantes porque enganchan al espectador, a los sponsors y benefician a carreras similares como la propia París-Roubaix. Cuando un corredor toma la salida ya conoce el recorrido y no debe poner excusas. En 1983 viví mi primera jornada de pavé en el Tour con Arroyo y Perico. Cuando Arroyo vio el terreno se asustó mucho y no quería correr pero finalmente lo hizo, llegó con los mejores y acabó segundo en aquella edición. Recuerdo que Delgado se lo tomó con mucho más humor pero su inexperiencia le acabó pasando factura y perdió una minutada aquel día.

Hoy os quiero hablar de un “globetrotter”, el escocés David Millar, que se movía bien en este tipo de situaciones, al que conocí muy bien y con el que he tenido la oportunidad de charlar estos días. Millar era un gran talento que está muy arrepentido de sus errores de dopaje, y de hecho escribió un libro al respecto. Como anécdota debéis saber que cuando paso a profesionales en el conjunto Cofidis vino a vivir en un piso en Biarritz con Jeremy Hunt que corría ya en Banesto. Le acogí y le dejé un sommier para salir del paso el primer día y también le presté otros números de esos “Miroir du Cyclisme” que no volverían nunca más a mi armario. Tanto a David como a Jeremy les solía contar batallas pasadas del Tour pero pronto me di cuenta que al anochecer preferían tomar cervezas con los surfers contemplando el mar vecino que soñar con mis héroes con gorras y bicicletas de acero. Eso sí, mis héroes no llevaban gafas ni pinganillos.

Mañana será un día para brindar con champagne ya que llegamos a Reims, localidad donde esta elegante bebida es una religión así que los corredores podrán relajarse en una etapa que se presenta tranquila antes de las próximas batallas. El viernes y el sábado serán jornadas rompepiernas que pasarán factura a los ciclistas en complicados días de media montaña como el domingo y sobre todo en la durísima jornada del lunes con final en La Planche des Belles Filles, un duro puerto de primera categoría al que se llegará tras ascender otros tres altos de primera, dos de segunda y uno de tercera. Será otra etapa épica donde seguro que volveremos a disfrutar de este maravilloso deporte.
Esto es todo amigos. Un saludo desde el Tour de France.
